martes, 30 de agosto de 2016

Mis aventuras por Pai, Tailandia. Aquí fue donde me caí y me fastidió después bastante para hacer submarinismo en Koh Tao, adonde fui después. Pero que me sirvió mucho para conocer a personas maravillosas por Pai. 
<3 <3 <3 <3 <3 <3 



Cuando viajo siempre, siempre, siempre me olvido algo y por lo general SIEMPRE es el cepillo de dientes. Me acuerdo que cuando fui a Cuba se me olvidó y el que me compré allí perfectamente podría haberse fabricado en los años 60, sin exagerar.

Para este viaje el cepillo de dientes venía conmigo pero faltaba...

  • Cepillo para el pelo
  • Cortauñas -¡No sabéis cómo lo echaba de menos!-
  • Utensilios para la mujer en esos días... -Sí, soy un desastre-.

Cosas que he perdido en menos de un mes

  • Sandalias de montaña estilo "guiri" y llevar sin calcetín, eso sí, que me regaló el cuñader. Por Camboya están.
  • Tarjeta de crédito del puto Santander de mierda. Cuenta a la cual ya no tengo acceso de ninguna manera y estoy JODIDA Y SIN BLANCA pero feliz.
  • Mi pasaporte, que ya está conmigo otra vez. 
  • Un cepillo del pelo que me compré y perdí al día.

Cosas que me flipan de Tailandia

  • El 7eleven es como el Mercadona de aquí. Hay de todo. Todo. Hasta te puedes comprar billetes de avión.
  • No me canso del Pad Thai y encima cada día descubres mil platos más. 
  • Me flipa lo de descalzarme para entrar a todos lados. Ya opto por ir descalza directamente. Hasta cuando conduzco en la moto.

Lo que echo en falta
  • Aceite de oliva
  • Las patatas, olivas, cacahuetes, almendras o cualquier cosa que te ponen de tapa mientras esperas la comida pero vas consumiendo tu querida y fresca cerveza.

jueves, 25 de agosto de 2016



Tengo un amigo que se llama Javier de Juan, que el nombre ya mola increíble, que me regala fotos y recuerdos así.
:)

domingo, 21 de agosto de 2016


Estoy feliz. No sé si puedo decir que estoy haciendo lo que había imaginado porque nada es como yo yo lo había pintado en la cabeza. La realidad es mucho mejor, a veces más difícil y más agotadora, pero las personas del camino y los lugares que voy conociendo son el premio de esta aventura.

Viajar sola es sinónimo de estar siempre acompañada. Creo que en los trayectos de un lugar a otro, y solo por un breve momento de tiempo, he podido estar sola. Enseguida empiezas a hablar con el de al lado o con la chica que te vende los bocadillos.

Es entonces cuando digo: "Mierda, no lo puedo grabar todo, me encantaría poder enseñar cada segundo de lo que vivo pero no puedes estar siempre con la cámara, en algún momento la tienes que soltar".

Hay veces que me agobio porque no paro y no tengo tiempo para editar, y a la vez, necesito más material por lo que me tengo que ir por ahí a grabar. Entonces hago todo un proceso mental: "Baterías, la cámara Energy Sistem Sport Pro está cargada, necesito cargar también la batería externa. El móvil, también. ¿Y el ordenador? Ok, todo enchufado para mañana". Resulta que al día siguiente te das cuenta de que no se ha cargado nada porque no habías conectado el ladrón. "Genial", dices mientras te cagas en tu vida y te tienes que ir a hacer cosas que nunca podrás grabar.

Pero me alegra ver que voy mejorando los vídeos (visiblemente!). Estoy orgullosa, voy pillando mi estilo. Eso sí, tardo la vida y más pero después me alegra ver que puedo y ya empiezo a pensar en cómo haré el siguiente.

En fin, nada importante pero pensamientos que van y vienen. Por ahora ya estoy imaginando el próximo de Pai, ese me va a molar mucho. Creo.

Mañana empiezo el 'React Right' y más adelante el 'Rescue' de submarinismo. Esto es una droga -lo del mar-, y como estoy en una isla voy a dejar que me intoxique enterita.



sábado, 6 de agosto de 2016

Mi viaje hasta ahora. Bangkok, Camboya y el norte de Tailandia.

Ahora mismo estoy sentada en el bar de mi hostal. Es el típico hostal con el que había soñado cuando pensaba en ir a Tailandia. Está todo construido con madera y tiene pinturas de colores que alegran todas las paredes. Mi habitación está compartida junto con otras diez personas y el suelo es de cemento. Tiene dos puertas, que dan al patio de todo el jardín y ambas están siempre abiertas. Incluso de noche. Para evitar los mosquitos, que no dejan escapar a nadie, todas las literas tienen una mosquitera colgando encima. Muy hippie todo.


Ya llevo más de una semana fuera de casa y todo va muy rápido. No soy capaz de marcar mi ritmo todavía. Tailandia lo marca por mí. Llegué a Bangkok y me escapé a Camboya, el país vecino maravilloso pero muy pobre, nada que ver con Tailandia aunque compartan muchas cosas como la comida y los famosos 'Tuc-tuc', pero ya quisieran los camboyanos estar como los tailandeses. En nuestro camino hasta Siem Reap, nos adentramos -y digo 'nos' porque no iba sola, iba con un grupo de gallegos que conocí nada más bajar del avión- en el interior de Camboya. Se podían observar las casitas hechas con madera y bambú, sus coches en la puerta, y muchas, muchas palmeras. Parecía que estuviéramos por momentos en Vietnam.




Al llegar a Camboya no teníamos hostal y buscando rápidamente uno con una señal débil que encontramos de Wi-Fi, cogimos el más barato. Esa noche dormimos tres horas porque nos dijeron que la puesta de sol era muy bonita en Angkor Wat, una maravilla de ciudad antigua, que a mí me recordaba todo el rato al Libro de la Selva. La puesta de sol no era para nada necesaria, hordas y hordas de turistas habían pensado lo mismo y le quitaban mucho encanto al lugar.



Fue esa noche a la vuelta al hostal cuando me di cuenta de que no es que hubiera una persona sordo muda en el hostal, la que nos había atendido al llegar la noche anterior, sino que todos eran sordomudos. Ante mi asombro tuve que hablar con cualquiera de ellos. Y así conocí a Alan, un mochilero de toda la vida con mucho recorrido en sus espaldas. Me contaba que al recorrer el mundo siempre tenía problemas para hospedarse en sitios y fue así como decidió montar su hostal en Camboya. Él era americano pero Camboya lo atrapó y ahí seguía cuando lo dejé. Un hombre maravilloso. *Lo podréis conocer en mi siguiente vídeo*.

Y como decía, ahora estoy en un hostal precioso en el norte de Tailandia, en Pai, más al norte aún que Chiang Mai. No podría describir la cantidad de tonos de verde que he visto, miles y miles. Todo es verde y sus árboles se enredan en las alturas y se mezclan entre sí. Voy recorriendo toda esta zona en una moto que he alquila y hay veces que se me olvida la carretera y solo miro las hojas que hay perdidas en el cielo y sus paisajes intermitentes.

Definitivamente me quedaría por esta zona una temporada más. Pero tengo que coger un vuelo a Bali el 22 de agosto y esa fecha supone un tope para mí en todos mis movimientos. Además, tengo que extender mi visado porque al haber ido a Camboya, solo me daban 15 días. Tengo hasta el 14 de agosto para estar legal en Tailandia, la verdad que suena muy de peli, pero solo tengo que perder una mañana en la oficina de inmigración y arreglado.

Pues así van siendo las cosas. Habrá más y mejor.